¿Porqué corres? [Privado: Iván]

La bielorrusa caminaba con prisa, volteando hacia un lado y hacia el otro continuamente, ¿donde estaría su hermano? Fuera donde fuera que se estaba ocultando, no sería por mucho tiempo, lo encontraría, tarde o temprano, sus esperanzas eran que fuera temprano.

Sonrió imaginándose que ya lo hubiera encontrado, y, animándose de esa manera, siguió su camino por los pasillos de la escuela, buscando, buscando y buscando.

-- Nii-san ¿porqué te escondes de mí? -- preguntó, atenta por si su pregunta provocaba alguna reacción en el ruso que pudiera revelar su escondite --, yo sólo quiero que estemos juntos como cuando eramos pequeños, pero esta vez...para siempre.

Se detuvo y empezó a mover jarrones para ver detrás de ellos y a abrir puertas de armarios de la limpieza o de cualquier otro lugar en donde pudiera ser un escondite apropiado para el mayor.

-- ¿Nii-san? ¿donde estás? No podrás seguir escondiéndote por siempre -- siguió buscando con la misma ansia de encontrarlo como al principio, porque sabía, que lo iba a encontrar, esperaría paciente y lo encontraría.

Estaba paseando por los pasillos, con su eterna sonrisa plasmada en la cara y desprendiendo un aura que cualquiera que no lo conociera definiría como "inocente", hasta podría decirse que estaba mas animado que de costumbre. El porque, ni el lo sabia, pero se había levantado con ganas de atormentar a alguien, en lo posible al pequeño de Raivis, y obviamente la idea le encantaba, así que se había decidido a dar una vuelta en busca de una posible victima.

Sintió un pequeño escalofríos recorrerle la espalda al llegar al final del pasillo, justo antes de doblar al contiguo, como una sensación que le decía -corre, corre!- a la que desgraciadamente decidió ignorar, doblando hacia el otro pasillo a la vez que una conocida voz le llegaba a los oídos, paralizándose en el lugar, y levantando la vista en busca de la persona a la que definitivamente no querría ver ni en sus pesadillas, rogando que solo se hubiera confundido.

Y entonces la vio, justo al otro lado del pasillo, revisando en cada puerta, jarrón y hasta debajo de las piedras(?) a su querida hermanita mientras preguntaba al aire por el... y si no fuera por el miedo que comenzaba recorrerle, la situación hasta podría resultarle irónica ¿había salido en busca de una victima a la que atormentar, y terminaba siendo el el atormentado? realmente se preguntaba si podría ser alguna extraña jugarreta del General Invierno.
Entonces entro en pánico, comenzando a temblar ante la sola idea de haber sido visto por la bielorrusa en su pequeño descuido, mientras empezaba a retroceder torpemente, en un intento de volver sobre sus pasos y huir cuanto antes.

A pesar de que buscaba con tanta ansia y tanto anhelo, eso no evitaba que aún se diera cuenta de lo que pasaba a su alrededor, así que, cuando escuchó unos pasos, se apartó un momento de su labor para fijar su penetrante mirada en el lugar de donde venía el sonido. Con cautela, dejo el jarrón que estaba revisando en su lugar, caminó con sigilo hacia esa intersección del pasillo y se asomó con discreción, cuidando que no cayera de lado ninguno de sus platinados cabellos y la delataran.

Lo que vio la hizo sonreír amplia y dulcemente, había encontrado al ruso, quién estaba retrocediendo torpemente en un ya inútil intento de pasar desapercibido para ella. Saltó de detrás de su escondite y atrapó al mayor en un abrazo.

-- Nii-san, por fin te encontré, el destino también quiere que estemos juntos, sólo faltas tu por decidirte -- habló con voz aparentemente dulce, esta vez no se podría escapar, pensó, por fin debería aceptar estar con ella --, vamos, hermano, cásate conmigo -- le susurró con una sonrisa inocente.

Sabía que siempre hacía lo mismo, y que el mayor siempre huía, todas y cada una de las veces, pero aún así, no se iba a rendir, porque el ruso era suyo y nadie se interpondría en su camino, quien lo hiciera vería las consecuencias y no recibiría el perdón.

Tuvo que ahogar un grito del mas puro terror al saberse atrapado, y que sus planes de evitar a la bielorrusa se derrumbaran frente a el. A veces se preguntaba si ella tendría alguna clase de radar que le decía donde estaba, por que si era así debería empezar a esforzarse mas para poder evitarla, o quizás consiguiera uno pero que rastreara Chinos, eso si seria útil y divertido.

-P-privet, s-sestra - le dijo, intentando que su voz no temblara demasiado, intento obviamente inútil, y haciendo como si no hubiera escuchado lo que le decía, ya que el solo recordar sus palabras hacia que su temor creciera mas y mas. Y aunque realmente quisiera a su hermana, el sabia que no podría casarse con ella, por que no lo entendía y dejaba de acosarlo así?

- nee, y-yo, tenia que ir a un lugar, da! - le dijo, inventandose cualquier excusa sobre la marcha, mientras intentaba soltarse del agarre de su hermanita, no muy seguro de poder liberarse de su fuerza titanica, ya que el se sentía una gelatina, una gelatina asustada y a punto de llorar, y era realmente difícil coordinar cualquier cosa en ese estado.

Apretó más los brazos alrededor del ruso y volvió a sonreír dulcemente. Se sentía tan feliz, siempre se sentía ya aliviada como si hubiera tenido algún malestar cada vez que veía al mayor y estaba con él.

-- No hay problema nii-san, te acompañaré, ahora que estamos juntos de nuevo nada nos podrá separar -- repuso ampliando su sonrisa y empezando a susurrar en el oído del ruso --, cualquiera que se interponga en nuestro camino no merecerá el perdón, será odiado y maldecido, así que no debes de preocuparte, no hay nada de que temer, casaté conmigo, hermano, cásate, cásate, cásate -- canturreó.

Agradecía que estuvieran en un pasillo, así al menos no serían interrumpidos por ningún impertinente estudiante que se dirigiera a su aula. Al estar todos en clase, podía gozar de tanta privacidad como deseará, para la bielorrusa eso era como el paraíso.

Le pareció quizá hasta tierno de parte de su hermana el que quisiera estar con el, después de todo, aunque no le importase estar solo una compania nunca venia mal, da? *siempre y cuando no odiara a esa persona, por que sino seguro que termina con una tubería de sombrero(?*. O eso pensó hasta que escucho el final de la oración, por que entonces se le erizo hasta el bello de la nuca y sufrió un pequeño escalofríos, olvidando cualquier tipo de pensamiento que pudiera contener "tierno" y "belarus" en una misma oración.

- N-no! no! - dijo casi desesperado(? negando con la cabeza una y otra ves, como si eso fuera a hacer que su hermana y sus perturbadoras propuestas se esfumaran - y-yo, tengo que ir... s-solo, da - mintió, intentando sonar convincente, espesando a retroceder lentamente, aun a sabiendas que no lo soltaría y se llevaría a la bielorrusa a cuestas.

- E-es que, tengo que ver a un p-profesor, sestra - le "explico", rascándose levemente una mejilla y desviando la mirada, como si en realidad no estuviera completamente aterrado, claro que su expresión de nerviosismo no lo ayudaba, mucho menos su sonrisa que parecía temblar junto con el(?)
Savia que eso no la convencería, y que estaba prácticamente perdido, no había a donde correr ni esconderse, o no mientras la tuviera enganchada como garrapata, pero ¿que podía hacer? seguía siendo su hermanita, su "tierna y aterradora" sestra... si se tratara de cualquier otra persona, simplemente la hubiera desmembrado hace mucho tiempo, aunque claro, su sestra era la única que lograba poner así a Iván.

Se quedó a la expectativa al notar la indecisión del mayor y se preguntó si por fin se decidiría por ella, esperaba más que nunca que eso ocurriera, la haría muy, muy feliz, siempre la evitaba, siempre negaba sus preguntas, pero eso no le iba a quitar las fuerzas para seguir luchando por su hermano, por que él debía ser suyo, sólo suyo y de nadie más, se encargaría de espiarlo las próximas semanas y hasta meses para ver quienes eran las personas que más frecuentaba el ruso, debían ser eliminadas, sólo serían competidores en una competencia de la que tal vez no estaban enterados.

-- No creo que al profesor le importe mucho que yo vaya contigo, nii-san, lo permitirá, nuestro amor lo puede todo -- susurró dulcemente en su oído y se aseguró de que estuviera bien sostenida del rubio para que no se pudiera safar de su agarre --, siempre que aceptes casarte conmigo todo marchará bien, no me has respondido, hermano, cásate, càsate, càsate...

Ya no podría soportarlo mas, estaba muy cerca muy muy muy juntos y casi podía sentir la respiración de la bielorrusa contra su oído. Obviamente solo lograba perturbarlo de sobremanera, aumentando sus ganas de salir corriendo y encerrarse en algún lugar donde no lo encontrara nunca mas. En cierta forma, no le molestaba que lo abrazara, pero el continuo "casate, casate" lograba ponerle los pelos de punta.

- No! suéltame! suéltame!- chillo al borde de las lagrimas, tomándola por los hombros e intentando liberarse de su agarre. Para ese entonces ya había olvidado por completo su excusa para poder huir de ella sin que se notara demasiado, ahora lo único que quería era correr como si el mismo General Invierno lo persiguiera, o en su defecto hacer el suficiente escándalo para llamar la atención de algún profesor, alumno o lo que sea(?) que le pudiera servir de distracción para escabullirse de su insistente hermana. ¿por que, de todas las personas en el mundo, tenia que ser ella la que quisiera casarse con el? ¿que no podría haber sido China?... bueno, a fin de cuentas todos se volverían uno con el, pero el entusiasmo de la bielorrusa le daban ganas de hacer "excepciones".

Aumentó nuevamente la fuerza de su agarre sobre el ruso, no iba a dejar que se le escapará bajo ninguna circunstancia, no en esa ocasión, habían sido demasiados rechazos, tantos que cualquiera hubiera desistido después de un tiempo. Pero no la bielorrusia, simplemente no iba a permitir que le arrebataran a la persona que tanto ansiaba y tanto quería, porque el rubio era sólo de ella, de ella y de nadie más ¿qué pensaban todos los demás? Aquel chino que parecía chica, aquel americano idiota que reía todo el día, también estaba el pruso que se creía lo mejor del Universo e incluso su propia hermana, la ucraniana también era considerada por ella como una competidora, pero ni siquiera a ella la iba a dejar avanzar más, no, sólo ella tenía ese derecho, sobre nadie más.

-- Nii-san -- como por arte de magia su voz empezó a escucharse más lúgrube y hasta cierto punto amenazadora. No pretendía asustar al de ojos violetas, pero tenía que comprenderlo de una buena vez --, somos el uno para el otro nii-san, es hora de que te des cuenta para que así los dos podamos estar juntos, no haremos gran cosa si así lo quieres, pero cásate, es la única salida, cásate -- sonrió con un toque de malicia, debía de aceptar sí o sí.

Sintió como su sangre se helaba al escuchar el tono que empezó a usar su hermana, que obviamente no traía nada bueno consigo y para colmo le dejaba mas que en claro que esta ves no seria tan fácil escapar de ella.. aunque realmente nunca lo era.

- н-нет! Я не буду! - prácticamente le rogó, fuera de si y completamente aterrado, sintiendo como sus ojos se humedecían a punto de largarse a llorar - пожалуйста! sueltame! -

Ya ni siquiera podía moverse, solo temblar y mirar a la bielorrusa con ojos llorosos y suplicantes, ¿como es que el, siendo Rusia, el país mas temido por la mayoría de los representantes, quedaba en ese estado tan... tan... italiano? (?) el no debería estar suplicando por que lo suelten! el era el que quería verlos arrodillados ante el, llorando y rogándole por ayuda... y sobre todo si ese "alguien" era Lituania, definitivamente. Entonces, ¿por que?... bueno, la respuesta era obvia. La verdadera pregunta seria por que la menor se empeñaba en aterrarlo de esa forma, ¿que no se daba cuenta? seguro que si no lo acosara de esa manera no le huiría tanto, y hasta podrían llevarse medianamente bien, después de todo siempre lo apoyaba en cualquier cosa que al Ruso se le ocurriera.